viernes, 16 de marzo de 2012

Mi miedo a las alturas

Fotografía tomada de Globedia.com


Paseábamos por la llamada alameda del fin del mundo, un melancólico sendero junto al castillo de Montaigne, cuando me preguntaron:

- ¿De dónde viene tu pasión por desaparecer? (…)

(…) ¿Y yo a quién me parezco? Pues seguramente tengo algo de equilibrista que, en una alameda del fin del mundo, está paseando por la línea del abismo. Y creo que me muevo como un explorador que avanza en el vacío. (…)


Enrique Vila-Matas, Doctor Pasavento.



Me pongo las zapatillas. Salgo a la calle, y como todos los días comienzo a correr desde la misma puerta de casa. Las calles del centro de la ciudad, los mismos semáforos que ya conoces, los cruces con los coches y los peatones.

Poco a poco la gran ciudad se abre, y según se suceden los kilómetros, los edificios quedan atrás y el horizonte se convierte en un camino a través de los bosques de la casa de campo, y el único trazado marcado se asemeja a una línea azul sobre el asfalto.

No lo olvides. No puedes esconderte. Hace mucho tiempo (más del que puedes recordar) que llegaste a estas tierras, y ahora, en este preciso momento solo queda el sonido de tus zapatillas sobre el asfalto y el paso de los kilómetros.

Dos años después, el acueducto, en el horizonte, nos sigue esperando. Tanto correr para regresar al mismo sitio, pero ahora como punto de partida.

Sólo queda esperar que el cerro Garabitas, como siempre, de su veredicto. Y que como antes de todas las grandes ocasiones, cuando regrese a casa a través de la enorme cuesta en línea recta que comienza a la salida de la casa de campo por el puente de los franceses y que me deja cuatro kilómetros después en el mismo portal del que salí, vuelva a sentir que ya está superado este interminable miedo a las alturas.

1 comentarios:

Tecolinha dijo...

:-)

Nunca tengas miedo a las alturas. Si has llegado a ellas es porque pudiste y puedes volver.

Un abrazo.

(Por cierto, me encanta cómo escribes y describes)

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