jueves, 7 de octubre de 2010

¿Dónde está todo el mundo?







Soledad interestelar. Excepción cósmica. Wish you were here. Y los últimos estudios que no se cansan en indicarnos que no estamos solos, o que al menos las probabilidades estadísticas de que seamos los únicos son prácticamente nulas, como indica el descubrimiento del mundo de Zarmina por el astrónomo Steven Vogt, quién alega que el 20% de las estrellas pueden tener planetas habitables. Si nos guiamos por sus cálculos, sólo en nuestra galaxia, la Vía Lactea, puede haber 40.000 millones de mundos habitables. El mundo de Zarmina quizás, cualquiera de los miles de millones de mundos posibles.

Aquí, nuestro pequeño planeta sigue girando. Cada vez más rápido y al tiempo cada vez más despacio. En la órbita de todo lo que queda por llegar y las últimas semanas de espera. Rápido, rápido.

Y por otra parte cada vez más lento. Despacio, despacio. Cada día con los caminos repletos de otoño y las ganas de correr cada vez más despacio. Falsa alarma. La ausencia de montaña nos dejó vacíos, y el propósito de buscar menos distancia y más rápido no resultó ser motivante. La sensación de siempre de que la batalla contra el tiempo no me motiva lo suficiente, y que el objetivo de esa barrera de cuarenta minutos no es suficiente para convertir el salir a correr en entrenar un poco más.

El otoño abraza la gran ciudad recordándonos que pronto el invierno lo invadirá todo. Recordándonos el otoño pasado, cuando bajo la lluvia corríamos desde algún lugar llamado maratón hacia el estadio olímpico de Atenas. Recordándonos la pasada primavera jugando con la nieve en el desierto en el MAPOMA del que nos habían hablado desde niños.

El otoño abraza la gran ciudad y nos deja en el justo momento en que queremos seguir recuperando la lesión de Javi, en el que queremos seguir corriendo por correr, por sentir el aire libre y el camino que se abre ante nosotros, sin más prisas, sin más objetivos, sin más pretensiones que correr como forma de vida pero centrándonos en otras cosas, disfrutando de más tiempo para otros mundos pendientes de descubrir.

En definitiva recorriendo el camino de runner a jogger (en inglés se entiende mejor) que tantas y tantas veces he recorrido en un sentido o en otro, y que al fin y al cabo forma parte de este pequeño mundo desde que lo conozco.

El pequeño mundo seguirá girando. Quizás por un tiempo algo más alejado de la órbita de Itaca. Quizás no. Siempre esperando los nuevos mundos que volverán hacernos recorrer el camino en sentido inverso cuando el próximo verano llame a nuestra puerta. Siempre soñando con que ahí fuera hay muchos más mundos posibles, muchos más planetas similares al mundo de Zarmina.