jueves, 29 de septiembre de 2011

Perder teorías



¡Ánimo amigo!

Perder teorías. Perderlas para así comenzar de nuevo desde cero. Perderlas todas. Al tiempo que esperamos que termine ya este 2011 tan feliz y tan duro a la vez, tan extraño, tan intenso.

Los peores días, los de estar inmovilizado y comenzar todo de nuevo ya están pasando. Pronto estarás recuperado del todo, y enseguida estaremos al fin corriendo hombro con hombro. Un poco más de paciencia, amigo. Pronto volverás al trabajo, pronto volverás a la vida normal, y muy pronto volveremos a correr juntos.

Mientras, en tu sofá, es como si siguiésemos corriendo juntos, porque aunque no lo parezca, aunque no me veas allí al lado, estos días estamos comenzando de nuevo el camino.

Por situar un poco a alguno de los visitantes que no hayamos perdido en este tiempo prolongado de silencio… Todo comenzó a complicarse hace un año. A estas alturas estábamos a punto de debutar en nuestra primera carrera de montaña. Javi se rompió el gemelo en las semanas previas. Y paramos para esperar la recuperación. Llegó Candela con el mes de noviembre, y el que paré fui yo para dedicarme al cien por cien para hacer lo que más deseaba en ese momento. Las navidades dejaron mi situación familiar patas arriba en forma de enfermedad de mi suegro, y aunque vamos capeando el temporal, encontrar tiempo para uno mismo era más que imposible. Primavera. La boda de Javi y Mónica. Había que disfrutarlo todo lo que se merecía uno de los días más felices, sin otras distracciones. Y en estas llegamos al verano ya más asentados tras tantos cambios. Una maratón en diciembre. Comenzar un camino sin rumbo definido pero con el destino claro.

Y nada más empezar septiembre Javi se rompe la clavícula jugando al fútbol.

Desde aquí perdemos teorías. Reseteamos y ponemos el contador a cero. Ya estamos empezando de nuevo el camino. Y juntos, como siempre.

Estas noches me duermo soñando con las guerras médicas. Viajando a la llanura de maratón, dónde aquella mañana de lluvia apenas nos dimos cuenta que estábamos junto al mar, pero dónde éramos muy conscientes de todo lo que significaba el suelo que pisábamos y el camino que nos quedaba por recorrer.

Estas mañanas me levanto pensando en pretensiones más pequeñas. En volver a los orígenes como una posibilidad de iniciar de nuevo el viaje. En volver a las mañanas de niebla de otoño e invierno, a los pinares y bosques, a los caminos embarrados. A las carreras más cortas campo a través como un entretenimiento mucho más asequible.

Pronto estaremos comenzando otro viaje, allí dónde el destino nos quiera llevar. Seguiremos corriendo bajo las estrellas, bailando bajo la lluvia y viendo nieve en el desierto, hasta que el futuro vuelva a ser parte de nuestra pequeña historia. Mientras, volveremos a empezar. Una y mil veces. Las que sean necesarias. Corriendo ese maratón infinito que lejos de las carreras es nuestro estilo de vida.

Animo, amigo.


Correr juntos, vivir juntos, soñar juntos.